Tendría unos 7 u 8 años y cada 15 días más o menos - o a mi me parecía ese tiempo - íbamos caminando con mi Tía Aurora (hermana de mi abuelo) al cementerio local en San Juan, la provincia dónde nací. Yo esperaba ansiosa ese día. Mi Tía preparaba un ramo grande de flores frescas que sacaba de la Florería que había al lado de la casa de mis abuelos, cargaba una par de botellas vacías, y partíamos cantando bajito a caminar las casi como 40 cuadras (para mí era esa distancia) que nos separaban del cementerio.
Nunca me voy a olvidar ese majestuoso lugar. Tenía un portón de hierro forjado anchísimo, y apenas lo atravesábamos me encontraba con lo que, para mí, era una pequeña ciudad de varias cuadras formada por mausoleos, panteones, tumbas en la tierra, y galerías de nichos a los costados de la entrada y al final del predio. Todo ordenadito, silencioso, lleno de árboles, veredas, calles pavimentadas y una "magia" que me transportaba a otra época.
Al llegar, nuestro recorrido era el siguiente: empezábamos por la 1º galería de nichos que estaban a la derecha, apenas entrábamos, donde estaban unos parientes que yo no conocía, pero eran mis parientes. Salíamos de ahí y caminábamos como un par de cuadras entre tumbas y mausoleos hasta otra galería de nichos donde estaban mis bisabuelos Doña Dominga y Don Eleodoro, y el hermano mayor - que no me puedo acordar el nombre... Los años no vienen solos... - de mi abuelo y mi tía, y Elio Roberto, el hermano mayor de mi mamá. En esa misma "cuadra" donde estaban mis bisabuelos, caminábamos un par de galería más, subíamos las escaleras (porque esas galerías eran inmensas y como de 3 pisos) y estaba el nicho de mi Abuela Margarita, la mamá de mi papá.
La "ceremonia" era la siguiente: cuando llegábamos al nicho, mi Tía sacaba una rejilla (un pedazo de tela que se usa para limpiar los muebles, etc.), limpiaba la lápida, la placa con el nombre, y el porta retrato. Luego vaciaba los floreros, me mandaba a tirar las flores viejas y de paso llenaba las botellas de agua para enjuagar los floreros; después los llenaba cuando reponía las flores frescas. El detalle era que la "ceremonia" incluía hablarles, darles besos a las fotos y prometerles que volveríamos la otra semana.
Y antes de irnos, caminábamos a otro sector del cementerio donde estaba enterrado su primer y único gran amor, aquél que su familia no aceptó y por eso ella nunca se casó. Llegábamos al nicho donde estaba Pedro Oller, que así se llamaba, y le cambiábamos las flores y ella le hablaba.... (¡Qué cosa! No me acuerdo del nombre de mi tío abuelo, pero si de Pedro. Que dicho sea de paso, era re lindo.)
Ella cumplía esa rutina cada semana, pero solo me llevaba algunas veces.
Luego nos fuimos a vivir con mi familia a Mendoza. Tendría unos 9 años cuando me fui. Vivimos 2 años y volví.
Mi tía seguía yendo al cementerio, no tan seguido porque los años no venían solos. Aparte se había quebrado la pierna así que menos podía caminar como antes, y en Diciembre del '80 falleció de cáncer de colon. Yo tenía 11 años.
Nunca más fui al cementerio, no era lo mismo sin ella.
Al año, en Diciembre del '81, me vine a vivir a Trelew.
¿A qué viene esta parte de mi niñez que les conté?
El martes fuimos con mi hermano, el menor de los varones que vive acá en Trelew, al cementerio a dejar la urna con los restos de mi mamá. Tenemos que terminar los detalles de la lápida, pero ya mi mamá está acá conmigo. Ok, ella siempre está conmigo, pero a lo que voy es que yo quería tenerla acá, en Trelew, ya que como tuvimos el accidente cerca de Bariloche, ella estaba enterrada allá.
Y lo que me hizo contarles esta parte de mi historia es algo que me dijo uno de los empleados del cementerio.
El tema vino así. Como no entraba a la oficina por la wheelchair - qué raro -, mi hermano hacía los trámites y yo estaba afuera sentada en un reparito porque el cementerio está a la entrada norte de la ciudad sobre la parte más alta, así que el viento ahí se hace notar, se los aseguro. Jeje. Entonces mientras esperaba, vino este buen hombre a charlar conmigo. Estábamos ubicados a la entrada, donde se veía todo el predio del cementerio con sus tumbas y panteones, no como mi "pequeña" ciudad del cementerio de San Juan, pero se veían los árboles, las veredas pavimentadas y el silencio era roto por el viento patagónico que rugía como loco. La última vez que estuve fue cuando falleció un chico de la iglesia.
Empezamos a hablar. Le comento que estaba lindo el lugar, que habían arreglado bastante donde están las tumbas, a lo que el me dice: Si, pero hay muchas que están abandonadas. Es una pena ver como hay gente que se olvida de sus muertos.
Y yo le contesté:
Una de las cosas por las cuales quise traer a mi mamá, era porque yo sentía que ella estaba solita allá. Hay que honrar a quienes ya nos dejaron. Más si son nuestros padres, porque gracias a ellos estamos acá.
Por convicción personal sé que la muerte es un paso. Que nuestro cuerpo es el que muere y que el espíritu sigue viviendo esperando la resurrección, que es cuando nos juntemos otra vez con nuestro cuerpo y podamos volver a vivir con Dios.
Lo que está en el cementerio son restos mortales de lo que fue mi mamá. Ella sigue viviendo espiritualmente y en mi recuerdo, pero creo que tener un lugar físico para recordarla, hace mas llevadero este tiempo sin ella que me resta vivir en la tierra.
Se me va a complicar ir tan seguido como yo quisiera por el hecho de que al no tener auto y mi hermano trabaja, tengo que ir en taxi, y el cementerio está en la entrada norte de mi ciudad y yo vivo en la salida, al sur. Pero ya veré como hago...
Tuve un día muy interesante el martes...
Qué tengan un lindo jueves.
Nota: Las imágenes que ilustran el post son del cementerio de San Juan - Argentina. Las sacaron en el año 2007, y las encontré en el foro Skyscrapercity
Ivy, el relato, el saber que ahora tenés a tu mamá cerca como para ir a visitarla, la música que acompaña...y los propios recuerdos hicieron que me emocionara.
ResponderEliminarMe mató el relato de la "ceremonia", la iba leyendo y me iba imaginando vuestros pasos.
Lamentablemente tengo a mi hermano (falleció a los 20 días de nacido) muy lejos, en otro país, el quedó con parte de la familia de mi mamá y se me complica ir pero, espero volver...aunque claro, lo tengo presente.
Y a mi viejo, me cuesta mucho ir a visitarlo, creo que todavía no comprendo del todo que hace ahí y por qué no está conmigo. Está en uno de esos lugares abiertos, tipo campo, asique a la vista es muy diferente. Cuando vamos, limpiamos...y ponemos flores muy bonitas pero recién este año me senté en el pasto y le hablé...
Bueno, lograste que me extendiera! jaja
Besos y que tengas un buen día!
Yo pienso lo mismo que vos. Cuando pienso en mis 3 abuelos, en una amiga Cecilia, el cabezon... pienso que siguen vivos en espiritu. En nuestros recuerdos. Quizas esperando una reencarnacion, una segunda oportunidad.
ResponderEliminarNo me gustan los cementerios, he ido acomprañando a mi nona, pero me descompongo un poco.
Tampoco voy a los velorios. Me gusta guardar en mi mente imagenes positivas, lindas, vivas... de la gente.
Un beso :)
He observado, a lo largo de los años, diferentes reacciones frente a la muerte de un ser querido, en los cementerios. Personas que cambian de actitud cuando les ocurre. Yo no tengo emociones fuertes frente a las tumbas, para mí no hay nada ahí de la persona que fue, es raro. No es por falta de afecto, ni porque no los extrañe, pero para mí no están en un nicho.
ResponderEliminarSí soy un bicho raro con los cementerios, los visito en cada ciudad o pueblo a donde voy y puedo. No me impresionan, observo todo, la arquitectura, las inscripciones...los veo como un reflejo cultural. En general son lugares desiertos, pero me asombra la cantidad de flores frescas que siempre hay.
Somos raros, y diferentes, por suerte, jejej
beso
Me gustó mucho este post, Ivy... por un lado porque siento que te da tranquilidad sentir que podés cuidar de tu madre, un poco repetir esas ceremonias que contás de cuando eras chica... por otro lado porque me hiciste recordar a cuando era niña y luego adolescente y acompañaba todas las semanas a mi mamá a la tumba de mis abuelos... parecido a lo que contás: el trapito para limpiar, el florero por si al anterior lo habían robado, en fin, toda una ceremonia.
ResponderEliminarUn beso
pienso exactamente lo mismo, hay que honrarlos.. da rabia pensar q hay gente q nunca más los visita estando allí. La ceremonia que hacían me hizo acordar mucho a mi infancia, con mis tías abuelas, me gustaba y me gusta ir al cemneterio aunq hace mucho q no voy..
ResponderEliminarmientras recorrías el cementerio en San Juan con la tía Aurora, parecía que iba con ustedes.
ResponderEliminarNo me gustan los cementerios, los cajones, los velatorios...durante mucho tiempo sufría por no poder ir o por ir y estar sufriendo...mi mamá me llevaba desde muy pequeñita, a los velatorios que se hacían en la casa del fallecido/a.
Una crece y se topa con la muerte de amigos, hijos y qué duro se me hace.
He superado la etapa de los mayores, pero de los niños no lo soporto...puedo estar muchos días angustiada y pensativa.
Los honramos cuando contamos vivencias, anécdotas, hacemos comidas!!! claro que aún recuerdo el perfume de las comidas de mis abuelas, las reuniones con tíos que ahora no están.
Me quedé prendida muñequita con el amor de la tía Aurora que no pudo ser...que no suceda más, por favor!!!
Besosss y me has llevado a recuerdos de niña
ayyyyyyy, ruedas, me embarga la emoción, mi abuela desde muy chiquitita, me acostumbró a que la acompañara todos los meses al cementerio, para mi era un paseo. hasta lindo era, solo por el hecho de estar con mi adorada abuela. me hiciste volver a aquella epoca, por eso me emocione, hoy ya no la tengo pero honro su vida permanentemente.
ResponderEliminarhermosa, cada dia te quiero mas.
Yo voy poco al cementerio, allá están mis abuelas y abuelo, pero siempre es un recuerdo triste del día antes de la muerte de mi abuela paterna, a la otra no la conocí.
ResponderEliminarLa verdad es que no me gusta mucho ir por allá, pero como dices tú, sé que ella siempre esta conmigo.
Besos ;)
Esas ceremonias de nuestros "mayores" son algo que tal vez -como decía el señor que habló con usté en el cementerio- muchos se olvidan de sus "muertos".
ResponderEliminarPero a muchos no les resulta fácil ir al cementerio a recordar "la muerte" de aquellos que ya no están...
Amiga, me emocionó leer su post, sus recuerdos con su tía, soltera que aún tenía presente a su gran amor... ¡¡el amor que perdura más allá de las contrariedades y la muerte!!...
Gracias por compartir estas vivencias y sentimientos tan profundos con nosotros amiga!!
Abrazotes grandotes y candorosos!!
Hola Ivy!!Recuerdo una ceremonia similar con mi madre y mis tías. Está bien que tengas a tu madre en tu ciudad y la visites. Aunque ella está siempre a tu lado.
ResponderEliminarBesosssss
Gracias Geme, por compartir estos sentimientos tan importantes e intensos.
ResponderEliminarTe dejo un gran abrazo.
Te quiero.
Uy, Ivy... te leía y me acordaba de mi experiencia con los cementerios.
ResponderEliminarBah, en realidad con uno solo. Mi abuelo falleció en el 91, un mes antes de mi cumpleaños. Todos los años a partir de ese momento, el 19 de noviembre había que ir a dejar flores. Me acuerdo que mis primas ya no iban (más grandes q yo) y que mi vieja se enfurecia. Al principio no me molestaba ir, es un parque jardín precioso, pero mi mamá se ponía de un humor muy especial (triste, pero enojada) y eso arruinaba la visita.
La ceremonia de limpiar la lápida, enjuagar los tachitos para las flores, arreglar los bordes para que el pasto no estorbe, era infaltable... y no me molestaba.
Pero un día, recorriendo la hilera dónde estaba mi abuelo, encontré una lápida llena de nombres y no entendí. Cuando leí y me puse a hacer cuentas, era una familia completa, con un bebito incluido, la que estaba allí enterrada... y se me hizo un nudo en el alma.
No regresé más al cementerio, y jamás dejé de pensar y recordar a mi abuelo (mi maravilloso abuelo al que a veces extraño muchisimo) ni a aquella familia que allí descansa.
Pero estoy tan de acuerdo con lo que decís!!! Nuestra vida terrenal puede acabarse pero hay mucho más, mucho mucho más por venir... y mucho más grande, cómo Aquél que nos espera.
Me despido con tremendo nudo en la garganta...
Besotes!
Qué triste lo de tu tía, también tuve una tía que nunca se casó porque en la familia no aceptaron al amor de su vida.
ResponderEliminarMe gusta lo que contás y el modo en que lo hacés. Como diría Mafalda, lo que queda en el cementerio es el envase, ja ja... pero coincido en lo valioso de esas ceremonias, y honrar a nuestros muertos nos planta más en nuestra identidad, y nos hace mucho bien.
Ojalá puedas ir seguido, ojalá aparezca alguien con auto que te pueda llevar.
Un abrazote.
Honrar a los muertos es una forma de sobrellevar su ausencia. Más allá de nuestro recuerdo y de que estén en espíritu en nuestros corazones, el cementerio es mantener su lugar en la tierra. Besotes
ResponderEliminarhola
ResponderEliminartengo rato leyendote y vi q tocas un tema q aca en Mexico se ve desde otro punto de vista.
aqui a la muerte se la honra y una vez al año se la festeja, en mi blog soy mama hay post sobre como se celebra el dia de muertos aqui.
me gusto mucho lo que declaras: "Por convicción personal sé que la muerte es un paso" y asi tiene q ser visto...
si Dios dejo la muerte para el final, no ha de ser tan mala...
suerte!
ivy: me hiciste emocionar, a medida que leía iba imaginando cada momento y bueno...se me soltó alguna lágrima.
ResponderEliminarserá que a todos los que perdí no tengo donde visitarlos, solo en mi corazón y en mi recuerdo...
ahí están.
y nunca pero nunca se van a ir de mí.
te mando un beso grande
Buen recuerdo para Nuestros Seres queridos que no estàn en presencia , pero que nos han dejado su legado !!
ResponderEliminarSaludito Cordial
Cris // mujeresdesincuentay
que momento!!!
ResponderEliminarte dejo unos abrazos sin viento patagónico, de esos calentitos como mates en días fríos
ResponderEliminarMuchísimas gracias por haber pasado, Gente linda!!
Besotes!!! ^.^