28 de mayo de 2020

La muerte en los tiempos de pandemia.

Un millón de palabras no pueden hacer que vuelvas. Lo sé, porque lo he intentado. Tampoco un millón de lágrimas. Lo sé, porque he llorado hasta no poder más. (Anónimo)

El domingo 24 de mayo, a la madrugada, falleció el autor de mis días

No hay palabras que puedan describir el dolor que siento.

No hay palabras que puedan decirme que hagan que me duela menos el corazón.

El dolor es visceral. 

Duele adentro del pecho, duele adentro de los huesos, duele adentro del corazón, duele adentro de cada uno de los órganos de mi cuerpo. Duele... 

Duele el sentirme impotente, duele tener que estar en una silla de ruedas siendo espectadora de una situación en la que quise salir corriendo para ayudar, para hacer algo... 

Después de 3 días he logrado dejar de llorar, no del todo, pero no como el 1º día, que lloré hasta que dolía. 

Si bien sabía que este día iba a llegar (el autor de mis días tenía EPOC que se transformó en fibrosis), nunca pensé que iba a ser tan traumático. Tengo el conocimiento y la convicción de qué después de esta vida vamos a volver a vernos, pero ni aún teniendo esa certeza no puedo dejar de sentir tanto dolor, tanta angustia, tanto desconsuelo...

Tiempos de pandemia. Tiempos en cuarentena... Ver como se lo llevaban sin poder acercarme, sin poder darle una despedida como él se lo merecía, donde no se pudo realizar un funeral.

No quise ir al cementerio. Odio los cementerios. Igual sólo podían asistir un número reducido de personas, así que fueron mis 2 hermanos y mi hijo con su novia.

Confieso que el domingo y el lunes estuve adormecida, entumida, desconsolada, no tenía ganas de nada. Lloraba y lloraba... Mi santo hijo trataba de consolarme, seguía siendo el viento baja mis alas, el que con sus abrazos, besos y palabras me alentaba y ayudaba a seguir adelante. Repito, nunca pensé que la muerte de mi papá me iba a afectar tanto. Mi mamá falleció en el accidente hace 20 años pero yo no viví todo el proceso como ahora.

Y hablando de mi hijo, el retoñor, el viento bajo mis alas, comparto lo que puso en su estado de WhatsApp como tributo: 



Adhiero a las palabras de mi hijo, que los autores de mis días iluminen mi vida desde lo más alto y nunca dejen de brillar... 

Hasta que nos volvamos a ver.

 
 Las lágrimas son palabras que la boca no puede decir ni el corazón puede soportar. (Anónimo)




 
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