Siguiendo con lo de las mañas...

Jaja! No esas "mañas" ¿O si? ¡Má si! Viene largo, así que el que avisa no traiciona, che!

maña. (Quizá del lat. vulg. *manĭa, habilidad manual).

1. f. Destreza, habilidad.

2. f. Artificio o astucia. U. m. en pl.

3. f. Vicio o mala costumbre, resabio. U. m. en pl.

4. f. Manojo pequeño, de lino, cáñamo, esparto, etc.

5. f. ant. Manera o modo de hacer algo.

Me gustó la definición de la RAE, por eso lo puse. Jejeje. Siempre le digo a los Retoñores cuando vienen y me preguntan una palabra media rara: Al mata burros. O sea: ¡al diccionario!  A lo que me contestan: ¿Será que no sabés la palabra? ¡Aaaajajajaja! Habrase visto tamaña desvergüenza...

Ayer comentaba de que más vale maña que fuerza para hacer las cosas o desenvolverse en las distintas situaciones que, en mi caso al estar en mi wheelchair, me tocan vivir.

No se imaginan las cosas que tuve que "aprender" a hacer en mi nueva posición de "sentada". Todo cambia, la perspectiva de las cosas, el darse cuenta de como uno no toma dimensión de todo lo que nos rodea, y sobre todo que, aunque al principio parezca hasta imposible, hay cosas que uno puede hacer.

Hay otras que no, ¡obvio!, pero soy de ver el vaso medio lleno, Gente!

Y en mi "aprendizaje" tuvo mucho que ver mi fuerza de voluntad y mi familia, ya que nunca me trataron como la pobrecita Ivana que quedó en silla de ruedas. Soy la misma Ivana, ¡pero sentada! ¡Aaajaja!

Los primeros meses en mi wheelchair fueron terribles. Venía de estar casi un año y medio acostada en una cama mirando el techo. Así que sólo cambiar de posición acostada a sentada ¡fue un drama!  Pero gracias a mi Retoñor y a mi hermana, yo le demostré a los médicos que me podía sentar, a pesar de que todos decían que nunca me iba a levantar y enderezar de la cama ni siquiera para estar sentada.

Me dolió hasta el pelo, pero lo hice. El otro paso fue pasarme a la silla de ruedas. Obviamente que nadie creía que lo haría, excepto mi hermana y yo.

Mi hermana, que estuvo "internada" conmigo los primeros 14 meses en el Fernández, nunca, pero nunca, me trató como una "discapacitada". Siempre me daba ánimo y me bancaba en mis depresiones. (Porque tuve una que me duró casi 6 meses, que fueron los primeros meses que salí de Terapia Intensiva, luego de haber permanecido ahí por casi 3 meses. Habitación completamente a oscuras y solo me sacaba una tohalla que tenía sobre los ojos para comer o cuando venían los médicos a verme.)

Más de una vez me retó porque, la verdad, ¡era tan doloroso todo!, ¡extrañaba tanto a mi hijo que me la pasaba llorando día y noche!. Pero con determinación y queriendo salir de ese tipo de depresiones, se puede. No fue fácil, ¡tuve dos sicólogas por falta de una! (¡Aajajajaa! En serio, y las dos a la vez.) Me ayudaron un montón. Y si, ya saben que estoy loca, así que ¡era lógico tener dos psicólogas! No psiquiatras, mi locura no llegó a ese nivel... ¡Bueh! Digamos... ¡Jajaja!

A lo que quería llegar es que muchas de mis mañas adquiridas para sobrellevar todo esto fueron incentivadas, en gran parte, por mi hermana, mi papá y mi familia.

Y este post estuvo inspirado en algo que me dijo ayer Graciela en una parte de su enriquecedor comentario - no se me pongan celos@s los dem@s, ¡ajaja! - y es que muchas veces las familias tienen mucho que ver en como se trata a una persona que pasó por una enfermedad, o por un accidente o por lo que sea. Muchas veces la misma familia los trata como "discapacitados" y no los dejan hacer muchas cosas, o esas mismas personas se escudan en que no son "normales" y no hacen nada para progresar y seguir adelante con su vida.

En mi caso no fue fácil para nada que mi vida cambie en un vuelco. No fue fácil aceptar que salí una hermosa mañana del 31 de diciembre del '98 a pasar el año nuevo en Bariloche y que me desperté en una sala de Terapia Intensiva con tubos por todos lados y con la cara de mis familiares esperando lo peor. Y encima enterarme al mes que mi mamá había fallecido en el accidente.

No fue fácil escuchar que nunca me iba a sentar, y que nunca me iba a parar.  No fue fácil que vengan y me digan que iba a pasar el resto de mi vida en una silla de ruedas.

Pero lo que sí fue fácil, fue asimilar todas esas noticias con mi hermana al lado.

Lo que si fue fácil fue empezar a preguntar que había de cierto en todas esas terribles noticias que me estaban dando, y cuales eran las verdaderas posibilidades con mi hermana al lado.

Nunca, pero nunca nos dimos por vencidas ni aún vencidas. Si, dije nos dimos, porque mi hermana estuvo al lado mío siempre. Y lo sigue estando.

Personalmente les digo algo: Yo acepté casi todo lo que me dijeron los médicos, pero siempre pregunté que había que hacer para revertir el terrible escenario que me presentaban.

Apenas tuve el accidente le dijeron a mi papá: "De esta noche no pasa". Las estadísticas estaban en mi contra: 20% de chances de sobrevivir, pero las secuelas eran tan terribles que no sabían si sobreviviría. Cuando me operaron por más de 10 hs en el Fernández le dijeron a mi familia: "Nosotros la armamos, que quede bien es otro tema." Me dijeron: Nunca te vas a sentar. Nunca te vas a parar.

Bueno, a pesar de todas esas cosas que dijeron, yo ahora estoy sentada.

Y les cuento más, las 00 del 1º de Enero del 2001 lo recibí parada. Dos minutos, con ayuda de mi papá y de mi hermana. Mi Retoñito - en esa época - vio a la mami parada por dos minutos, pero parada.

Más vale maña que fuerza gente, y querer es poder.

No es fácil, pero vale la pena intentarlo.

Todo lleva su tiempo, dinero y otras cosas que escapan a mis manos, pero Resignación es mi 2º nombre y paciencia una de las virtudes que estoy desarrollando con ayuda de mi familia.

Y como lo único que quedó intacta a pesar de semejante accidente, fue mi columna vertebral, lo que tengo que hacer es aprender a pararme con una pelvis abierta 20 cms y una pierna que no puedo doblar la rodilla... ¡Todo lo demás funciona a la perfección!

Así que sé que algún día me voy a parar de mi wheelchair y caminar aunque sea un metro...

Porque querer es poder.