Nacemos, crecemos y morimos.
Es la ley de la vida.
A veces vivimos muchos años y nos morimos de viejitos.
Otras veces tenemos un accidente y algunos perdemos la vida, por accidente…
Y otras veces nuestra salud se deteriora y alguna enfermedad no tratada a tiempo nos hace partir temprano…
¿De dónde venimos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Hacia dónde vamos?
Preguntas ¿filosóficas tal vez?, quizás, o simplemente preguntas que nos hacemos…
Tengo la bendición de saber las respuestas a esas tres preguntas, sobre todo la última, y aunque a veces la muerte nos deje un sabor amargo, es un paso más, y lo aceptemos o no, es inevitable.
Soy miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días desde que nací. He pasado muchas cosas en mi vida que han servido para afianzar mis convicciones y aumentar mi Fe en Jesucristo.
Y por extraño que suene, el accidente fue una de ellas, y el tener el Evangelio de Jesucristo en mi vida me hizo aceptar que la muerte de mi madre a causa del accidente fue eso, un accidente, y que ella está en un lugar maravilloso esperándome, porque en algún momento me va a tocar morirme, es la ley de la vida…
Ayer a las 20 hs aproximadamente recibo la noticia del fallecimiento de un amigo de la familia, Carlos Fernández Noble, hermano de la Iglesia y una gran persona. Él me ayudó mucho, junto con su esposa Lita, la 1º vez que volví del hospital. Nos juntábamos siempre en los cumpleaños, en algunas fiestas, o simplemente para tomar unos mates.
Carlos adoraba a mi retoñor, Dami fue el nieto que nunca tuvo y lo trataba como tal…
Por un lado estoy muy triste porque adoraba a Carlos, pero por otro lado sé que fue lo mejor, él estaba sufriendo mucho (tumor en el hígado) y estas últimas semanas se había descompensado y habían sido muy duras para él y para Lita…
Mi papá estuvo cuidándolo el sábado durante toda la noche y me contó que estaba bastante mal…
La muerte es solo un paso, y es solo una cuestión de fe poder aceptarla.
No es fácil se los aseguro, pero tampoco es imposible.
Este post está dedicado a Carlos, Caco como le decía mi hijo, a ese gigante espiritual que supo levantarme literalmente cuando me caí de la silla de ruedas un domingo en la iglesia, que supo decir las palabras justas cuando las necesité, que me hacía reír con sus ocurrencias, que me retaba, que estaba ahí incondicionalmente, un verdadero amigo.
Hasta siempre Carlos… Y si ves a mi mamá, decile que la extraño mucho…
No hay ninguna palabra que te pueda decir...te abrazo fuerte...
ResponderEliminarlo lamento muchisimo Ivyta, muchisimo.
ResponderEliminarEstoy con vos, IVY, beso enorme y animo.
ResponderEliminarLamento tu pérdida, y me alegro por tu fe. Un beso grande para vos.
ResponderEliminarUy Ivy!!, lo siento mucho ! pero tenés la fortaleza que te da la fe, y eso es impagable..
ResponderEliminarUn abrazo
Sin duda linda la fé ayuda a soportar el dolor, a resignarse, a creer en algo más allá de la muerte, aunque siempre nos golpea, es triste decir adios a los seres queridos. Lamento el momento que están pasando. Besos tía Elsa.
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