¡Habemus #unawheelchairparaIvy!

Hoy cuando por fin tuve Internet en casa (gracias @TelefonicaComAr por arruinarme 4 horas de mi viernes, desde las 11 hasta las 15 sin conexión, en banda me dejaron, y no ancha precisamente ) logro abrir mi correo y leo (es una parte del mensaje, no sean chusmas, ¡ajajaa! ) esto:

Hola Ivana!!
Tengo buenas noticias, la semana que viene tenés la silla. Te envié un e-mail también.

 

¡Si! ¡Habemus #unawheelchairparaIvy!

 

Y no, no fue la campaña en mi cuenta de Twitter aclaro, ¡juas! Solo Andrea, mi compañera editora en GeeksRoom me mandó un tweet pidiéndome datos para que me contactaran que leí tarde porque estaba sin conexión, obvio.

Un poco de historia antes de contarles como conseguí #unawheelchairparaIvy.

Yo soy mormona desde que nací. Pertenezco a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y soy la 3º generación (mi hijo es la 4º ). Mis abuelos y mis padres se bautizaron en San Juan allá por los años ‘60. Es más, mis padres se conocieron gracias a la iglesia, se casaron y vine yo.

Siempre digo que no solo el tener mi hijo me salvó y me ayudó a sobrellevar el accidente, si no que el conocimiento del Evangelio de Jesucristo hizo que yo comprendiera muchas cosas y que aceptara la muerte de mi mamá, porque yo sé que las familias son ser eternas y que la muerte es solo un “paso” más en el camino hacia la Vida Eterna. Aparte que aunque no entendí el ¿por qué? tuve el accidente, en ciertos aspectos el conocimiento del Evangelio me hizo ver que debía preguntarme ¿para qué?, y las respuestas fueron más fáciles:

• Para terminar de criar a mi hijo.
• Para aprender humildad.
• Para comprobar que existen los milagros.
• Para vivir y aceptar lo que me tocó pasar, el accidente en mi caso, y el quedar en una silla de ruedas. Punto.

Bueno, ¿a qué viene toda esta historia?

A que la 1º silla de ruedas que yo tuve me la compraron por intermedio de los fondos que tiene la Iglesia para brindar ayuda a aquellos que tienen necesidades y no pueden solventarlas por sí solos. Yo estaba internada en el Hospital Fernández y llevaba ya más de un año ahí, después del accidente; estaba sola con mi hermana en Buenos Aires a 1.500 kms de mi casa y de mi hijo, quien estaba con mi papá, el abuelo, tratando de ver como hacer para seguir adelante después de como quedaron las cosas sin mi mamá, porque como siempre digo, en un “vuelco” no solo cambió mi vida si no que cambió la vida de toda mi familia. Así que no tenía cómo conseguir una silla de ruedas, pero por medio de la Iglesia la obtuve y fue la que usé para aprender a vivir sobre ruedas…

La 2º silla de ruedas me la regalaron mis tíos. Que es a la que se le rompió una de las ruedas y casi que termino estampillada contra el piso, ¡juas!

Así que ayer recurrí a mi Obispo* y le conté lo que me había pasado y hoy recibí la contestación de que la semana que viene me van a comprar la silla de ruedas.

Las oraciones y los mensajes son contestados, no tengo la menor duda.

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Hebreos 11:1

Porque como siempre digo, todo es una cuestión de Fe.

 

Nota.

*Obispo: Un obispo tiene muchas responsabilidades. Además de velar por todos los miembros del barrio, tiene una responsabilidad particular de guiar a los hombres y a las mujeres jóvenes del barrio. Él supervisa la enseñanza, la obra misional y el crecimiento espiritual del barrio. Es responsable de realizar entrevistas de dignidad, aconsejar a los miembros y administrar la disciplina de la Iglesia. Es responsable de cuidar del pobre y del necesitado, supervisa las finanzas, los registros y el uso y la seguridad del centro de reuniones. Al obispo le asisten en estas y otras responsabilidades, dos consejeros, un secretario ejecutivo, diversos secretarios y los líderes de las organizaciones del barrio. Se llevan a cabo reuniones de liderazgo regularmente para que el obispo, y quienes le ayudan, analicen en consejo el bienestar de los miembros del barrio. (Fuente: ¿Cómo está organizada la iglesia?)

 

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Ahora les muestro lo que se me rompió ayer de la wheelchair, pero el autor de mis días fue y me lo consiguió nuevo:

Y esta es la rueda ya arreglada. No miren la mugre, juas!

Y les muestro (más o menos, no se ve muy bien ) como quedó mi dedo gordo de la mano izquierda que me lo tronché (doblé, apreté) cuando frené la rueda grande para no terminar en el piso (ni idea cómo fue, pero cuando me subo a la cama siento que me latía y me dolía el dedo, y cuando me lo miré estaba ya medio morado, ¡ajajaja! Si quieren pueden verlo como estaba anoche por acá). Me duele horrores, está poniéndose negro pero bueno, ¡juas!

Ven? La prueba que hoy viernes desde las 11 hasta las 3 de la tarde sin Speedy, como puse más arriba cuando empecé el post, estas son mis anotaciones y mi dedo, ¡ajajaja!

Así que ya saben:

Habemus #unawheelchairparaIvy!

Si no, iba a tener que acudir a ya saben quién:

¡Ajajajaa! #nadaquever.