“Cuando algo malo sucede, tienes tres opciones. Puedes dejar que te defina, dejar que te destruya, o puedes dejar que te fortalezca.”
A los largo de todos estos años que tengo el blog (desde 2007) me han preguntado cómo hice o como hago para sobrellevar el haber quedado en silla de ruedas después de haber sufrido un accidente automovilístico donde aparte perdí a mi mamá el mismo día en que mi vida cambió “en un vuelco”, literalmente, el 31 de diciembre de 1998.
Muchos se admiran que a veces me ría de mí misma o de mis secuelas, y que siga adelante con mi vida a pesar de lo que me pasó.
Hoy quise compartir algunas cosas que me ayudaron y que me ayudan a vivir mi “nueva vida” en wheelchair/silla de ruedas y que tal vez le sirva a alguien, o no. Se los dejo a su criterio.
Empecemos.
Siempre digo que cuando tuve el accidente al principio me preguntaba ¿Por qué? ¿Por qué a mí? Vieron que uno siempre tiende a pensar que la "culpa" es de uno por vaya a saber que mecanismos de nuestra mente que nos lleva a pensar que lo que nos pasa es un "castigo".
Un poco de historia.
Yo vengo de una familia mormona. Soy 2º generación por parte de mi papá y 3º generación por parte de mi mamá de miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, así que la religión es parte de mi vida desde que nací. Como la mayoría de las personas nosotros creemos en Dios y en Jesucristo. Tengo Fe que ellos existen, que viven. Son una parte importante en mi vida. Aparte que lo que aprendí a través de los años - tanto por lo que me enseñaron mis padres como lo que aprendí escudriñando las escrituras y yendo a la iglesia cada domingo - me ayudó a entender que mi vida tiene un propósito y que si soy obediente al evangelio de Jesucristo (cumpliendo los mandamientos y principios del Evangelio) voy a recibir bendiciones acá en la tierra y cuando me toque morir recibiré la recompensa que merezca de acuerdo a mi cumplimiento. Soy un ser humano, cometo errores, pero sé que puedo ser mejor cada día si me lo propongo y con la ayuda del evangelio de Jesucristo.
Así que la religión fue la clave para entender y aceptar que tal vez nunca vamos a saber en esta vida (o sí, depende ) “porqué” nos suceden ciertas cosas, pero que casi todo, o todo, tiene un “para qué”.
En mi caso puntual, al no encontrar el porqué tuve el accidente decidí cambiar la pregunta al ¿para qué? ¿Para qué habré tenido el accidente y no me morí aunque estaban todas las estadísticas en mi contra?
La 1º respuesta que recibí - o vino a mi mente - es que tenía a mi hijo y que era mi responsabilidad terminar de criarlo sin importar como quedara, aún en una silla de ruedas.
Después, a lo largo de los años de internaciones, de cirugías y de miles de dramas que tuve por las secuelas del accidente, fui dándome cuenta que tenía muchos “¿para qué?”: para tener paciencia, para aprender a confiar en Dios, para darme cuenta que si quiero puedo hacer las cosas, para demostrar y demostrarme que el tener un accidente, perder a mi mamá y quedar en silla de ruedas no es el final de todo. Que a pesar de que es terrible, de que es traumático, de que es desolador, aún a pesar de todo eso hay esperanzas.
Cada uno tiene sus propios dramas y sus propios "accidentes" y muchas veces no encuentra el “¿para qué?” seguir adelante. Pero les aseguro que siempre hay un “¿para qué?”, siempre.
En mi caso particular después del accidente, la religión, mi Fe, fue lo que me ayudó a aceptar que no recibimos una respuesta milagrosa a los “¿por qué?” que nos revele las razones por las cuales nos pasan esas cosas.
Tener Fe, que es la esperanza de cosas que no vemos, la certeza de que hay algo más, a mí me sirvió para aceptar en que aunque no la veamos/sepamos/descubramos, existe una razón por la cual pasan las cosas, que debemos confiar y aceptar que lo que nos pasa es para nuestro bien. Suena difícil, pero se puede lograr.
Aparte de la Fe, y para mí lo más importante, lo que más que nada me ayudó a seguir adelante fue y es mi hijo, el viento bajo mis alas.
Él me necesitaba, tenía 2 años. Y si bien estuve casi 3 años internada entre idas y venidas al Hospital Fernández a 1500 km de casa, me lo cuidaron entre mi papá y mi hermana, pero después cuando volví a casa empecé a cuidarlo yo sentada en mi wheelchair/silla de ruedas.
Agradezco cada día que estoy VIVA, que tengo la oportunidad de ver crecer a mi hijo, de cuidarlo, de retarlo , de enseñarle que por más que tengas un "impedimento" físico - como en mi caso - podés hacer muchas cosas. Agradezco poder enseñarle que no va a ser fácil, que van a ver muchas "piedras" en el camino, pero que si uno le pone garra, actitud y sobre todo quiere hacer las cosas, se puede lograr lo que uno se propone. ¿Y si no lo puedo lograr? Paciencia, no todo se puede tener en esta vida... Sería demasiado fácil.
El estar al lado de mi Retoñor es un INMENSO “para qué” tuve el accidente y sobreviví. Suena raro, pero es así.
Lo que también me ayudó bastante en este proceso de tratar de entender los porqué (aunque no había recibido una “respuesta” concreta) y los para qué, fue que mientras estuve internada en el Fernández tuve dos sicólogas (juntas, una no daba a basto, ajaja) que me ayudaron a elaborar el duelo de la pérdida de mi mamá, elaborar el que quedara en silla de ruedas y otros mambos que salieron a flote. Je. Si bien no era muy amiga del psicoanálisis (siempre pensé que era para los "locos"), debo reconocer que me ayudó bastante durante esos 3 años (salteados, solo me veían los meses en que me internaban para las cirugías). Eso sí, les aclaré que no se metieran con mi religión.
Como verán, tuve muchas "ayudas" para poder aceptar lo que me pasó y seguir adelante a pesar de estar en silla de ruedas.
Ojo, después del accidente lloré durante 4 o 5 meses de día y de noche, estuve semanas enteras con los ojos cubiertos tirada en la cama del hospital a oscuras (no dejaba que abrieran las ventanas y si lo hacían me ponía el pañuelo o una toalla en la cabeza) sin querer hablar con nadie. Lloraba, me dormía, me despertaba, me agarraba la angustia, lloraba otra vez y así. Little Sister, mi santa hermana, estuvo los 14 primeros meses cuidándome después que sufrí el accidente sentadita al lado mío leyendo o se iba a dar una vuelta al pasillo porque yo estaba re deprimida. ¡Los dolores físicos y espirituales eran terribles!, me costó salir adelante, pero lo hice. No fue fácil, pero se puede, si se puede...
Así que, como dice la frase del principio del post: “cuando algo malo sucede, tienes tres opciones. Puedes dejar que te defina, dejar que te destruya, o puedes dejar que te fortalezca”, siempre hay una opción para actuar cuando nos pasa algo malo.
Y en este post conté como aplicaba esa frase a lo que a mí me había pasado. Pero como sé que el público se renueva (?) voy a poner la última parte, textual:
“…
Así que después de pasar por las primeras opciones, obviamente que opté por la 3º opción:
Dejar que te fortalezca.
No fue fácil… Para nada. Y puedo decir que aún hasta el día de la fecha sigo eligiendo la opción de fortalecerme a pesar de todo y de todos.
Así que ya saben, cosas malas nos suceden, unas peores que otras (cada uno sabe hasta que punto son “malas” las cosas que le pasan) pero siempre tenemos opciones, siempre tenemos la posibilidad de ver el vaso medio lleno o de recordar que después de la tormenta sale el sol.
De nosotros depende el elegir que opción vamos a tomar ante las pruebas o “cosas malas” que nos sucedan, es decir dejar que nos definan, dejar que nos destruyan o dejar que nos fortalezcan.
Porque como decía Nietzsche:
Lo que no te mata te fortalece
(O lo que no te mata te hace más fuerte, depende de donde lo lean, jajá)
No es fácil, no les voy a mentir, pero podemos elegir el salir fortalecidos cuando nos suceden cosas malas, de nosotros depende…, de nadie más.
Y vale la pena intentarlo, yo sé lo que les digo. "
Y volviendo al post de hoy, aclaro que sé que cada uno afronta las “cosas malas” como puede o quiere.
No hay una “fórmula mágica” para enfrentar todos los problemas graves y salir airosos y fortalecidos (ojo, tenemos que aprender a definir que cosas son “malas o graves” y que cosas son “triviales”) .
Todo depende de la actitud, del carácter de cada uno, de la educación que recibió, del entorno, de la familia, de los amigos.
Todo depende si queremos salir fortalecidos o nos queda más “cómodo” quedarnos inmóviles y dejarnos abandonados a la “suerte” que nos tocó y jugar al papel de víctima, de “pobrecita”.
Confieso que si no hubiera tenido a mi hijo, el Retoñor, no sé qué hubiera pasado. Pero creo que conociéndome hubiera encontrado algo a qué aferrarme, seguramente a mi orgullo , solo para demostrarles a los demás que si uno quiere, puede.
Así que ya saben, siempre tenemos en nuestras manos el decidir como vamos a actuar ante la adversidad.
Si no saben para adónde agarrar y no tienen la suficiente Fe en lo que sea que cada uno crea, busquen ayuda profesional, un buen analista, un buen psicólogo, y miren que yo era “enemiga” de esas cosas, jajaja , pero a veces viene bien tener otra perspectiva que nos ayude a encontrar la solución que a la larga, está en nosotros.
Así que:
“Cuando algo malo sucede, tienes tres opciones. Puedes dejar que te defina, dejar que te destruya, o puedes dejar que te fortalezca.”
O si no recordar lo que puse ayer en mi post “Todo sucede por una razón”:
"Dios tiene una razón para permitir que las cosas sucedan. Tal vez nunca entendamos Su sabiduría, pero simplemente tenemos que confiar en Su voluntad ..."
La verdad nena, me inspiraste con tu entrada!! Te admiro y mucho!! He pensado muchísimo en vos... con mi tema y durante mi internación.
ResponderEliminarTe mando un besote y definitivamente TE FORTALECISTE!!!
Un cariño!!!