Anecdotario. (Y de paso dando señales de vida.)

Sobrevivir a un accidente como el mío deja secuelas que con el tiempo se van ¿agravando?, no, yo diría que acentuando.

Al accidentarme tenía 29 años y ahora 42. Quiera o no, los años no vienen solos, dicen.

Cada dos por tres mi cuerpo me manda señales y me dice: “Hey! Acordate que no sos ‘normal’…”  Y me manda un Cross cortito al hígado, figurativamente hablando, y me deja knock-out por un rato y convaleciente por varios días, que es lo que me pasó el martes a la mañana cuando mi eventración abdominal - consecuencia del ano contra natura que me hicieron cuando tuve el accidente -, me hizo ver las luces, y por suerte no la luz blanca del túnel, ¡ajaja!

 

Cuando tengo un llamado de atención de mi cuerpito, lo primero que todos – por acá, por allá y por allacurá - me dicen es: ¿Por qué no vas al médico?

Y yo contesto:

Porque estoy harta de los médicos, cansada de internaciones y porque ir al médico implica tener que internarme por 6 o 7 meses, dejar tooodooo, y someterme a estudios dolorosos (como el del año pasado) y cirugías que serían la número 22, y de ahí si seguimos con la cuenta, llegaríamos a 24 o 25 operaciones, si todo sale bien.

Ahora, pónganse un poquito en mi lugar e imaginen todo lo que voy a tratar de resumir con hechos claves a continuación y después me cuentan.

31 de Diciembre del ‘98, salgo a las 9 de la mañana de mi casa, en el auto que conducía mi mamá con mi hijo de 2 años, en un viaje de rutina a Bariloche para pasar el año nuevo. Íbamos nosotros tres en un coche; mi papá y mi hermana menor en la camioneta de mi papá, y mi hermano y su esposa en su auto, todos juntos en la ruta separados por dos o tres kilómetros. Llegamos a El Bolsón, paramos a cargar combustible y cambio a mi hijo al auto de mi hermano. Media hora después, nos dábamos vuelta con el auto, mi mamá fallecía y yo quedaba media muerta tirada a metros del auto. Mi mamá llevaba cinturón de seguridad, yo no. Y no me acuerdo de nada, sólo el haber cambiado a mi hijo y el haberme sentado en el auto del lado del acompañante, salir de la estación de servicio, y paremos de contar.

Próximo flash, como una escena de una película con mi papá al lado mío.

Próximo flash, un cubículo transparente, con un tubo en la garganta, hierros (tutores) en pelvis, caderas y piernas, mucho dolor y escribiendo en un papel (con la mano izquierda porque la derecha estaba toda lastimada por el pavimento de la ruta) a mi otro hermano (que vivía en Cipolletti – aún lo hace - y había viajado a Bariloche para pasar el Año Nuevo con nosotros): “¿Por qué a mi? Estoy muy cansada.” Todo en inglés. (¿?)

Próximo flash, sin tubos, en una camilla esperando…

Próximo flash, en una camilla dentro de un avión sanitario y mi papá despidiéndome (viajé con un médico) y diciéndome que me quería y que todo iba a salir bien y yo preguntando por mi mamá. No sabía que había fallecido, no querían decírmelo todavía debido al estado crítico que estaba.

Próximo flash, dolor, muucho dolor, y al rato sintiendo el calor del sol y la humedad en el descanso de la escalerilla del avión sanitario cuando llegué a Buenos Aires después de estar 6 días en la Terapia Intensiva del hospital de Bariloche con cero probabilidades de seguir viviendo (dicho por los médicos). Llegué un 6 de Enero a las 4 o 5 de la tarde, ya ni me acuerdo, che. Pavada de regalito le trajeron los Reyes Magos a los del Hospital Fernández, ¡ajaja!

De ahí, para hacerla corta estuve internada en el Fernández a saber: Enero 1999 (hasta Marzo estuve en Terapia Intensiva) a Febrero 2000, Junio de 2000 a Noviembre del mismo año. Me tomé un año sabático, je…. Volví en Febrero de 2002, regresé a casa a fines de Noviembre del 2002 y me perdí la graduación de Retoñor del Jardín de Infantes porque mi bebe tenía varicela, así que no pude verlo con su disfraz de leopardo que le había hecho Lita, una amiga de la familia. Obvio que en casa si lo vi, más vale. 

En ese ínterin en el Fernández me hicieron estudios, tuve infecciones habidas y por haber, complicaciones de todo tipo, y 20 o 21 cirugías (ya me olvidé, jajá). Año 2000 y 2002 estuve internada sola (mi hermana estaba embarazada de mi sobri-retoñito y ya no era posible que estuviera, como estuvo desde el accidente, “internada” conmigo; y en el 2002 se quedó a cuidar a mi hijo y al suyo).

Resultado: me quedé en silla de ruedas aunque las estadísticas decían el 80% de los que sufrían un accidente como el mío se morían, y el 20% que sobrevivía, por las secuelas del accidente se morían al poco tiempo.

¿Un secreto? Cuando llegué al Hospital Fernández y me vieron los traumatólogos que después serían mis amigos – pavada de amigos –, hicieron apuestas de que no duraría 2 semanas por la gravedad de las heridas. Este diciembre cumplo, oh oh, 13 años del accidente.

¿2 semanas? Jaaa, no sabían quién era Ivana Carina, ¡aajajaja!

Y no contemos las internaciones que tuve acá en el Hospital de Trelew a lo largo de los casi 10 años que volví del Fernández

En fin, ¿a dónde quiero llegar con todo esto? Que por más que yo tenga una actitud positiva 100%, y siempre diga que el pasado hay que dejarlo atrás…, bueno, en lo que se refiere a hospitales, médicos, internaciones y cirugías, tendrán una idea de porqué me resisto a salir corriendo (cuack ) a la guardia de un hospital cuando sé que puedo manejar mis dolores y mis recaídas.

Pero no se preocupen que conozco mis limitaciones y les puedo asegurar que sé cuando tengo que ir al hospital y mi familia también.

Así que es por eso que estos días estuve media desaparecida en acción, ya que el knock-out fue importante, ¡ajajajaa!, y me dejó de cama che, pero ya saben que hierba mala nunca muere y no les voy a dar el gusto a “algunos” de morirme, hay Ivana Carina para rato, o al menos hasta que la próxima cirugía me alcance, porque le vengo sacando este cuerrrpito hace rato, pero no sé hasta donde me dure la “escapada”, jeje…

No estoy al 100%, pero ya saben que el vicio de andar navegando por Internet me puede.  

Espero que no me hayan extrañado mucho y seguiré media perdida, no del todo, pero no se preocupen que los mantengo al tanto, por Facebook seguro, ya que me distraigo “juegando” un rato, ¡ajajaja!

Gracias por los mensajes y DM en Twitter y Facebook, por los SMS, y especialmente por haber escuchado a mis queridas Coto’s Pato y Ana por teléfono, son unos soles, ¡sépanlo!

Ah! Y gracias a mi Dra. Gimena – es doctora en medicina de verdad, eh? - que es mi Doctor House porque me cuida y me reta siempre, ¡ajajaja!    

¡Qué faroles! ¿No es lindo Amorsis? ¡Ajajaja!

 

Será hasta la próxima.  

 

¡Que tengan un lindo fin de semana!