Por si no lo saben, trabajo en una escuela. Soy la “secretaria” del turno tarde. Cumplo tareas administrativas varias pero mi función primordial, por decirlo de algún modo, es llevar el papelerío de la parte pedagógica. Me encargo de hacer las notitas que pegan en los cuadernos de comunicados de los más chiquitos; de los pases de los alumnos que se van y de los que vienen; archivo certificados médicos, informes pedagógicos y llevo el control de los legajos de los alumnos. Ayudo a controlar registros de asistencia, lleno el libro de firmas de las maestras donde aparte completo los datos por grados (ambos turnos, cantidad de alumnos discriminados por varones y mujeres) para que llevemos la asistencia al día. Soy la encargada de digitalizar y hacer planillas que necesitan las maestras y que las reciban en el mail de la escuela con todas las novedades, aparte de bajar las planillas digitalizadas que ellas envian con planificaciones para que las revisen Majo, la Vicedirectora (yo trabajo con ella en el turno tarde, es una grossa! Pero eso es para otro post ) y Sandra, la Directora, que es re piola. También mantengo actualizada la base de datos de la matrícula escolar con los datos completos de los 349 alumnos (entre los dos turnos) que tiene mi escuela.
Si, es mi escuela porque mi retoñor, el viento bajo mis alas, cursó toda la Primaria desde el jardín de infantes. Él egresó en el 2008 pero yo seguí siendo parte de la comunidad educativa porque fui Presidenta de la Cooperadora Escolar (2008 al 2015) y aparte, empecé a trabajar en noviembre del 2014 ahí.
Mi pasión es la docencia y me encanta trabajar con niños.
Soy Técnica Electromecánica y mi título me habilita a ejercer la docencia, cosa que hice antes de tener el accidente, cuando enseñaba (a adolescentes) en la Escuela Politécnica Nº 702 de Rawson, Chubut.
Fui M.E.P. (Maestra de Enseñanza Práctica) del Taller de Electricidad, y di clases de Matemática y Dibujo Técnico en el viejo Ciclo Básico Técnico que se dictaba en las escuelas industriales antes de que cambiara al E.G.B. (Que después cambiaron al viejo sistema, pero ya no es lo mismo )
Mi escuela es lo más. Somos pocos y nos conocemos mucho. Algunas de las docentes fueron maestras de mi Retoñor y de mi sobrino (si, mi sobrino también hizo la Primaria en mi escuela ), así que… si las conoceré y me conocerán...
Cuando empecé a trabajar, lo hice en el turno mañana, pero este año nos “trasladaron” (a la Vice y a mi ) al turno tarde. Creí que me iba a costar el cambio, pero noooo… ¡Me encanta el turno tarde!
Adoro mi trabajo. Mis compañeras, las Seños (como les decimos) ¡son lo más! Y los porteros también.
Pero confieso que a los que más adoro son a mis blancas palomitas. Así les digo a los alumnitos de mi escuela, sobre todo los de 1º y 2º grado. Ojo, los adoro a todos, pero los más chiquitos me pueden. (Blancas palomitas viene de una novela de hace AÑOS donde el portero de la escuela les decía así a los niños porque usaban guardapolvos blancos, guardapolvos que aún se siguen usando.)
Como estoy en silla de ruedas, es una risa ver como algunos – los más grandes - me quieren “llevar” (empujar la silla) y como los más chiquitos me tratan con total naturalidad. Es más, los de 1º grado me han dibujado en sus cuadernos en mi silla de rueda con mi pierna extendida y todo. Por el accidente tengo la pierna izquierda en extensión, no la doblo, así que me la sostiene un apoya – piernas, y ellos me dibujaron tal cual, ¡ajajaja! Hasta flaquiitaaa…. ¡Jajajaa! Si, no soy una sílfides (?), tengo un volúmen importante por mis huesos grandes y bien revestidos , pero como los dibujos de las personas que hacen los niños pequeños son con palotes, ellos me “dibujaron” flaquita.
Desde que trabajo en mi escuela, tengo miles de anécdotas.
Por ejemplo el año pasado estaba en el turno mañana y un día que yo no había ido a trabajar, un nene de 1º grado fue a la secretaría y preguntó:
“¿La directora en silla de ruedas no vino?”
¡Aajajajaaa! Mi vida, él… Después tuve que explicarle que yo no era la Directora, aunque por un tiempo seguía llamándome así.
Y hoy, por ejemplo, me pasó algo graciosísimo con Erick, de 6 años. Va a 1º grado B.
¡Erick es terrible! Es un dulce de leche pero travieso como él solo. Usa lentes, tiene carita redondita y es un amor de niño, servicial, simpático y muy honesto. Tan honesto que paso a detallar la conversación que tuvimos cuando llevó el sobre con la colaboración para la Cooperadora.
Erick – “Direct…, digo Ivana, acá está el sobre. Son X para la fotocopia, y X para la cooperadora.”
Yo – A ver Erick. Primero, hola Ivana. - lo saludo con un beso y me saluda – segundo, vamos a ver cuánto hay en el sobre antes de meterlo en la urna. – Tenemos una urna de madera donde los niños vienen y meten el sobre todos los meses.
Abro el sobre y veo que no hay la cantidad que está escrito en el sobre, así que le pregunto:
Yo – Erick, ¿dónde está el resto? Acá dice Y pero sólo hay X.
Erick – “Ya te dije, X para la fotocopia que le di a la Seño y X para la cooperadora” – todo con un tono de “¿no entendiste?”
Yo – Bueno, vamos a hacer una cosa. Yo voy a poner acá en el sobre que hay X pesos que según vos son para la Cooperadora. Voy a tachar lo que dice acá - le muestro el sobre mientras tacho y pongo X – y aparte le voy a poner un post – it explicando que taché el sobre y puse X. Y lo voy a firmar con mi nombre para que sepan que yo me las banco porque taché y puse X pesos. -
A lo que Erick, tocándome en el hombro (estamos a la misma altura porque estoy “sentada” ) me dice:
“¿Qué te las vas a bancar vos! Si, mirá” – señalando mi silla de ruedas – “¡si ni siquiera sabés caminar! ¡Qué te la vas a bancar!” – Y hacía un montoncito con los dedos de la mano y me los mostraba cuando decía “¡qué te las vas a bancar!”.
¡No se imaginan la carcajada que me largué yo, ante el asombro de la practicante que estaba atrás mío que no sabía si reírse o qué, ajajaja! Fue mortal, me lo quería comer a besos.
Y seguimos entre risas, mías y de Erick, diciéndonos qué cosas no podía hacer yo y que cosas podía hacer él, como correr y ganarme si me “corría” una carrera en el pasillo.
Lo abracé y le di unos besos porque lo amé con todo mi corazón. Porque él con toda su inocencia me decía que yo no sabía caminar y eso ni me molestó, al contrario, me hizo reír con ganas.
Al final terminó yéndose al aula y yo me quedé riéndome sola como loca mala ante la ocurrencia de un niño de 6 años que me robó el corazón.
Pero la cosa no terminó ahí. Cuando fui al aula más tarde, Erick vino y seguimos con el tema de que yo no “sabía” caminar mientras señalaba mi silla de ruedas ante la risa nerviosa de su maestra que no sabía donde meterse, ¡ajajajaa!
Y así cómo Erick, hay muchas blancas palomitas que me hacen reír son sus ocurrencias, y no sólo con el tema de mi silla de ruedas, sino cuando vienen a plantearme cosas, sobre todo los más chiquitos con sus vocecitas de 6 años que hacen que quiera comérmelos a besos, ¡jajaja!
SIEMPRE me sentí incluída desde que “rodé” por 1º vez con mi silla de ruedas por los pasillos de la escuela 151 cuando iba a las reuniones de padres de mi hijo, o cuando se me tuvo en cuenta para ser parte de la Cooperadora Escolar.
Y como siempre digo, gracias a la ex directora de la escuela, Lis de Pedro, yo pude conseguir que se me tomara en cuenta y que me dieran la oportunidad de trabajar y de demostrar que estar en silla de ruedas, ya sea por un accidente como el mío en diciembre del ‘98 o una discapacidad motriz de nacimiento, no significa que uno esté “incapacitado” para hacer algo con su vida como trabajar y ser sustento de familia, mi familia: mi hijo y yo.
Y como siempre digo:
“Lo mío no es suerte, son puras bendiciones.”
Imagenes de Google.
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