20 de septiembre de 2007
Pobreciiiitaa...
Cuando tuve el accidente, me la pasé en el hospital 14 meses, hasta que regresé a casa la primera vez. - Estuve internada tres veces en total, la primera fue la más larga-
El encuentro con mi familia fue emotivo, pero normal... El encuentro con los amigos y los conocidos, fue oootra historia... Un poco más... colorida, por decirlo de alguna manera...
¿Alguna vez les pasó que se quedaron sin saber qué decir cuando asistieron al funeral de un amigo o conocido? Bueno, a mí me pasó, ¡siempre! Horrible no saber que decir...
Creo que esa sensación tambien la deben haber sentido las personas que me vieron la primera vez, después del accidente.
Les cuento.
Soy miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Mis padres se conocieron y se casaron en la iglesia (aparte del registro civil, obvio, jejeje), así que nací así... (jajajaaa, chisteee...). Nos dicen los mormones... - ahhhh..., vieron que saben como nos dicen...- y practicamente somos una gran familia en la iglesia, nos conocemos todos. A mi familia la conoce casi todo el mundo (en la iglesia, obviooo.. y aclaré: ca-si todo el mundo...) . Es decir que todos se enteraron lo que había sucedido al otro día de tener el accidente. Mi mamá era muy querida, así que su muerte fue un golpe, no solo para nosotros, si no para los que nos conocían también.
Bueno, estuve internada todo el año y volví a casa. Lo primero que hice, fue ir el domingo a la capilla (la iglesia, el centro de reuniones). ¡Gran revolución gran!, todos asombrados de verme y más en la silla de ruedas. ¡Y sus caras...!, llenas de asombro, sorprendidas y con ese gesto de: "Pobreciiittaa"..., y esa reacción de no saber que decir y solo atinar a abrazarme. Fue algo tan extraño... Yo solo aceptaba los abrazos y besos, y hasta tenía que consolar a algunos que se emocionaban hasta las lágrimas y no sabían que decir.
La situación se repitió varias veces... y hasta el día de hoy, se repite...
Quizás suene un poco insensible. Pero me hubiera gustado que me recibieran de otra manera, tal vez sin el gesto de "Pobreciiitta", sólo con besos y abrazos.
Muchos me miran como si estuvieran soñando y en un momento se van a despertar. Pero me vuelven a mirar y ahí estoy, en la silla de ruedas...
Otros directamente han dejado de venir a casa. Solo nos vemos el domingo. Creo que un día a la semana es suficiente... jejejejejeeee....
Otros no saben que decir, pero sus caras hablan por ellos.
Pero, ¿saben qué?... Soy tan optimista que doy asco.. jajajajaa... Vivo mi vida como siempre, solo que estoy sentada y piso los pies con las ruedas cuando voy pasando y no se dan cuenta que estoy ahí. Lo único que cambió es que tienen que mirar para abajo o ponerse en cuclillas si me quieren hablar sin gritar. Me río como siempre, hablo como siempre - recuerdennnn... soy leonina.. jejejejeee...- , soy la de siempre, solo que no camino.
¿Pobreciiittaa...? ¡Ni ahí! En silla de ruedas..., acostumbrada..., y feliz.
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reflexiones
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grande IVANA..como verás estoy paseando por todo tu blog.Me encanta como detallas toda tu vida,muchos tendríamos que verla de la forma que lo hacés vos.Un beso enorme.
ResponderEliminarbueno mi tesoro comencé a leer esta mañana a las 7, luego un corte de luz hasta ahora...quería conocer lo sucedido y no te voy a decir adelante porque ya lo consigues sola.
ResponderEliminarPor qué será que cuando pasamos por algo fuerte, recordamos detalles que teníamos escondidos???...como lo del odontólogo...mi terror duró hasta hace pocos años, hasta conocer un tesoro, hoy me quedo dormida en la camilla, me encanta el torno con agua jajaja, no imaginas el placer cuando me hacían tratamiento de encías :)
Puedes bailar sí, seguro lo haces y pararte hum hum ya lo veremos.
Lo bueno que tu retoño no ha perdido a su mamá y tienes la bella oportunidad de disfrutar día a día de los enojos y alegrías...